dilluns, 11 d’agost del 2014

La música

Poesía propicia para el canto, acordes, sinfonía, armonía,
bello canto de suavidades, melodía donde los graves sin trueno
crían agudos sin grito y sentido.
No hay puntas, ni extremos, ni flechas, ni cantos novicios.
El silencio habita el teatro, la luz es suave como el descanso,
los pases se ven sin oírse, entreno, se oye un cosquilleo,
los violines, cual violetas, prudentes, discretos, acarician.
Se abre el telón, lento, insonoro, un piano lagrimea cerca
y se acompasa, un chelo les busca y se esfuerza por ser amable,
y cada uno vence sus victorias para un todo de todos mejorado.
Nadie levanta la voz, apenas algún suspiro de admiración…
Irrumpe la música metálica de viento,
como aplauso inesperado en estridencia,
el silencio del público enloquece y se une al aplauso explosivo.
Se acabó la paz de los latidos cuerdos, estalló el placer en gratitud…
La música, como agua de riego, como brisa de mayo, alimenta el alma…

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