Hemos comido en "Ca l'Amadeu"… ja sabéis, aquel sitio de Vilanova d'Escornalbou donde uno se llena de calma y sentido, entre otros placeres. Degustando los primeros pescaditos fritos, frescos ellos, de Cambrils por supuesto, se acerca una pareja señorial, mayores que nosotros. Nevado él y de barriga punzante y generosa… más ajada ella, discreta, recogida… Ya sabéis que, sin querer, se me va la oreja fácil, curiosa… Y él le cuenta que hay dos sillas y tiene una a la izquierda, y ella se sienta reconociendo la mesa, sus manos exploran el espacio que él deja vacío, discreto, como aquel que cumple una rutina. Amadeu les llena de atenciones… piden pacíficos, contentos. Él le prepara los platos, con mimo, y le pone cuchillo y tenedor en sus manos, y hablan como si nada, tranquilos… ella sin abrir los ojos, concentrada, él siendo luz de los dos. Ella es ciega, él su discreción… nadie lo diría al verlos llegar cogidos del brazo, haciendo un solo, formando un uno, nexo de amor…
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