en cada gesto, en cada ademán, en casa aliento…
que es como un suspiro de la paz de su espíritu.
Hay poesía en sus manos, que acarician en dulzuras,
delicia en casa uno de sus poros, poesía en su voz…
nítida y penetrante cual aroma natural de una rosa blanca.
Ella es en sí poesía, tiene la gracia natural de la belleza,
y yo la veo así, armonía, acorde, temple y templo,
en el que mi vida alcanza una plenitud maravillosa…
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