Y yo hablando con la luna…
mientras ella permanecía despierta al lado del móvil.
Y la luna me dijo, discreta, ágil y prudente como siempre,
que había un móvil esperando, al cobijo de un suspiro ansioso,
y que estaría bien de cambiar la luna por el cielo,
un cielo con ojos que sonríen con el alma y unos labios,
del color de las cerezas, que susurran en delicias de dulzura.
Suena el móvil, se abre el cielo…
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