Cuántas veces, en sueños, he visto el amanecer de tu sonrisa fina.
Cuántas veces he caminado por los jardines…
cuyas flores pretendían competir con tu belleza
y acababan rendidas de admiración,
y llenaban de aroma tus paseos matutinos.
Cuántas veces, aquellos gorriones que ponían bella música de trinos,
a tu paso, dejaron de sonar marcando claramente tu ausencia.
Cuantas veces la luna que se posaba en mi cabeza,
ahora me brinda toda clase de consuelos, muchas veces, muchas lunas…
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