En su luz siempre observé una humilde sencillez natural,
tenía magia en el hacer, en el decir, incluso en el callar.
Aparecía con la prudente discreción de una violeta,
no menos bella, porque nunca gallardeaba de altivas hermosuras,
pero siempre con su angelical y deliciosa actitud…
Tenía la luz de las flores, era como un rayo sin trueno,
una voz que no clama en los desiertos,
però suena como una música de suspiros…
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