Mi padre nos recitaba aquello de "Las brisas suaves de un mayo florido", el poema creo que se titulaba La Murmuración, pero yo ahora pienso en una brisa suave de un mayo florido y me sitúo automáticamente en el huerto de mi padre, bellos surcos de sanas hortalizas, naranjos, limoneros, un peral, dos manzanos, un cerezo… Y en el centro un níspero gigante, que parece cobijar todo el terreno y, claro, a la sombra del árbol que abraza, la brisa suave de un mayo florido acaricia mi alma.
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