Me gusta el llorar de los ojos cuando lo hacen de felicidad,
cuando la emoción del logro natural del amor,
aumenta la intensidad del brillo y de éstos fluyen perlas,
gotas de dulzura que proclaman las albricias en todos los ambientes.
Emoción al límite, sublime estado del mejor bienestar,
un profundo sabor de la total explosión que emana paz en lágrimas,
como aquella fuente que juega y luce y hace fantasías con el agua.
Feliz llorar de amor…
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