A veces uno siente mariposas en el estómago, como si tuviera diecisiete años, y es simplemente porque alguien me ha mirado con cariño, me ha saludado con verdad, me ha dado un apretón de manos sin protocolo… Las mariposas revolotean con especial jolgorio cuando mis cercanos me miman con su delicadeza habitual, la mujer, el hijo, los amigos, la familia… te procuran los tiempos del respeto y de la complacencia y me recuerda personas y momentos, y uno comprende que la buena gente te hace mejor… y las mariposas lo celebran con sus euforias más mágicas.
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