A veces pienso cómo puede llegar a afinarse la afinidad… Nunca fue para nosotros una obsesión el beber, simplemente el placer del momento y sin excesos, dos cafés y una copa de Magno, una para los dos, un sorbito en el café y otro guardado para el final, todo coronado con un cigarrillo rubio. Qué tiempos aquellos… en los fines de semana también solía caer un vodka con naranja, sólo uno, bien uno para cada uno, en nuestro glorioso reservado del bar de moda. Bien todo esto es historia, pero ahora aún cae algún vino tinto catalán mientras vemos al Barça de Xavi.
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