Confieso que cuando me contaron aquello de las Cruzadas donde se pregonaba, con todo entusiasmo, que la espada estaba al servicio de la cruz, no lo entendí muy bien, incluso me molestó un poco, pues yo la cruz la entiendo como máxima expresión del amor y en el amor las espadas poco tienen que ver. Todos tenemos nuestra religión, más o menos justiciera, pero mi medida pasa por la bondad del corazón, la generosidad y la capacidad para compartir de las buenas personas…
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