El mundo empieza, y acaba, en un abrazo,
persiste en lo que dure el efecto que produce en el alma.
Un abrazo que abraza como me gusta recordar y repetir,
es un contacto humano, de cuerpo a cuerpo,
es un canto a la victoria de la meta.
El premio no es una medalla o un laurel,
es nada menos que una afinidad, un sentimiento,
una definitiva confianza de aliento,
como una antesala del buen amor.
Brazos que abrazan…
abrazos que son una muy buena forma de vivir.
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