Decididamente no me gusta el viento, ni a favor, que pretende hacerme correr, ni en contra, que, al contrario que al señor Benedetti, a mí no me quita las preocupaciones ni los sinsabores, más bien me da dolor de cabeza. El viento me fastidia la lluvia en todos los aspectos, menos en el cómico, pero igualmente no me resulta agradable. Quizá, y por intentar encontrarle algun aspecto poético, pienso en el ruido con que rueda la ronca tempestad y yo me imagino que algún silbido de un viento huracanado habrá tenido algo que ver. Vientos, igual transportan besos de paz y bien, abrazos sinceros sin protocolo… y yo no me he enterado.
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