Una mesa ovalada, de vidrio, en el comedor de mi casa, en Deltebre. Teresa en el ordenador y yo mirándola y escribiendo, las paredes llenas de fotos de nuestro hijo Pere, y de mis padres, y alguna nuestra. Miro a mi mujer, pelo canosillo, gafas de profe, pese a ello, sus ojos siempre piden paso, alumbran, y más que mirar enfocan, desnudan, acarician… Algo de fruta, un poco de tele y un cálido buenas noches y hasta mañana, que será glorioso si amanece entre besos…
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