Cuando veo un angelote, de aquellos que pintaba Murillo, siempre los veo de color negro, y me emocionan por su belleza y ternura. En la escuela qué hay cerca de mi casa, asisten varios niños de color y me encanta ver cómo conviven maravillosamente con otros de otras nacionalidades y con los de la localidad. Es un placer para mí ver esa paz y ese trato que se llevan los niños… juegan a gusto, se respetan, disfrutan. Quizá a algunos políticos les iría bien darse una vuelta por el patio de algún colegio de los barrios de nuestra querida ciudad...
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