En el parque infantil, un día espléndido, unos padres contemplan los primeros pasos de su hijo, ríen en cada caída y les cae la baba cada vez que se levanta. Mientras, allí cerquita, su hija, de unos tres o cuatro años, se está columpiando y grita para que su madre vea cómo se ha soltado de las cuerdas, pese a una cierta altura del balanceo... la madre no responde, la niña se desgañita, también de celos, y yo pasaba por allí con ganas de intervenir, pero bueno, son padres… jóvenes.
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