Nube negra, amenazante, como un paraguas que cubre el abrazo del Ebro con el mar. El viento, puntual como siempre, en su eterna cita con Deltebre, parece que se lleva la amenaza de tempestad hacia el mar. Pese a todo, hemos ido a buscar naranjas al huerto que me regaló mi padre, son las mejores, una delicia de dulzura y justa acidez. Ahora hay un sol precioso, sin viento.
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