Podríamos jugar al juego en el que tú eres yo, y yo soy tú.
Es muy antiguo, lo jugaban los niños y lo pasaban pipa.
Pero y ahora, a nuestra edad y conocimientos adquiridos,
sobretodo de lo que sabemos cada uno del otro,
no sé hasta qué punto podría ser lúdico y real,
conociéndonos tanto, quizá sobreactuaríamos...
procurando siempre que impere el respeto,
para no herir ninguna susceptibilidad.
Bien, mejor no juguemos, vivamos nuestra realidad,
no hay maravilla superior...
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