Hablas pausado, despacio,
y en los entreactos sonríes,
cuando hablas dices cosas,
tienes contenido, te haces escuchar,
convences sin querer, sin avasallar,
sin aquella contundencia tan incontestable
que me hace dudar de las verdades.
Tienes la humildad de los encantos
y la ciencia de los conocimientos,
y te has ganado, con tu naturalidad habitual,
el reconocimiento del entorno,
además de mi respeto y mi alma, claro...
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