Ella se sentía bien, feliz, no quería volar,
formaba parte del paisaje y se complementaba
con los excepcionales elementos naturales.
El sí quería volar, con ella claro,
hacia otros lares, con un árbol exclusivo,
con un nido desde donde se contempla la belleza,
pero sin exponerse a perderla.
No vuelo si no es contigo...
y acabaron formando parte del paisaje,
por supuesto, faltaría más...
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