Voy de incógnito entre los vacíos,
paso desapercibido,
soy como una perturbación
deambulando por los oscuros
de tormentas sin estallar,
estoy casi cómodo, invisible,
oteando, ahora si, por fin,
más allá de mis narices,
y dejando las lágrimas
que me resbalan el camino,
y andar, mejor volar,
para volver a vivir y volver a soñar.
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