Venga niña, tienes veinte años, deja de pintarte...
y de ponerte tanta ornamentación y vestimenta,
desnúdate, lávate bien, y sal a la calle,
cual primavera en brote tierno y sin complejos.
El espejo no engaña, no te revistas de mayor ni más pequeña,
ni te enseñes a mirar con posturas estudiadas,
no hables con discursos dirigidos…
Se tú, no te prives de tu maravillosa y espontánea juventud,
y, sobretodo, no prives a la naturaleza
de tu maravillosa y blanca flor,
que libarán entusiasmadas todas las mariposas.
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