Reconozco haberme sentido ridículo,
alguna vez... por mendigar una mirada,
una sonrisa, una atención.
Confieso haber cerrado el grifo...
de las confianzas, de las esperanzas,
y cabalgar con la yegua loca de los despropósitos,
pero, al anclar los desvaríos y abrazar la almohada,
tú seguías allí, por todo...
sobretodo por todo lo que no me diste,
por todo aquello que fundieron los vientos…
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