Te sugiero una dulzura...
para que mi alma errante
calme en tus prados limpios,
alejada de los turbios misterios,
por los que se interna, en baños,
de la imprudencia sin sol.
Regálame una sonrisa fresca,
espontánea, sin corte ni pose,
y me apeo de los vagones negros
por los humos de tanto carbón.
Acércate sincera y transparente,
y nos iremos a poner los pies...
en el agua fresca de la fuente,
donde se curan todas las peores...
destemplanzas y se alivia el alma.
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