Escribir desde la euforia,
o desde el hundimiento moral,
debe ser como una hoja casi seca,
que se cae a la corriente de un río,
y va a la deriva y sin control,
a merced de los impulsos emocionales...
Pobre barquilla mía, decía el poeta,
al verse sin mando ni norte,
juguete de las olas...
Siempre recuerdo que aprendí
a hacer barquitos con hojas de caña,
y lloraba, cada vez que la corriente
me los llevaba hacia los desniveles...
de la existencia y ya no los veía más,
lloraba... era un niño.
Ahora lloro cuando estoy triste,
afortunadamente, muy pocas veces…
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada