No se si es muy legal, pero monté un parasol a tocar de las olas, y así mis pies, a remojo, y mi cabeza a cubierto, me daban una sensación vacacional y de relax, natural, paradisíaca… Mejoré el invento y me compré una hamaca plana, y me traje neverita, y un libro, y un ventilador a pilas… Y cuando quise darme cuenta, estaba impregnado de asfalto, de urbe, de cotidianidad progre, y me fui a bañar, y pensé en aquello que dice que hay un sitio para cada cosa y también un tiempo... Tardé en salir del agua y, cuando lo hice, estaba un poco avergonzado... por mi proceder desorganizado y casi antinatural.
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