No se van a librar,
como cada año,
les hablaré de un tren,
de una joven niña,
tras un libro, discreta,
casi oculta,
como una violeta,
que sólo aparece oportuna,
dando luz a la prudencia.
No vendía nada,
sólo encanto profundo,
cada vez que abría su boca
en sonrisa delicia...
Ya saben, un café,
y después gloria,
y más allá, más gloria,
indefinida, a perpetuidad...
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