Me gusta el chapoteo de las fuentes,
que escondidas por lo recóndito del bosque,
proclaman, dan fe de la vida.
Un surtidor, una canal que desagua un techo,
el desnivel de un río, una ola gigante
que gotea los infiernos,
una lluvia espesa que taladra en gotas,
las penumbras del miedo,
un xirimiri de ensueño, como refresco,
regalo alucinante del pueblo vasco querido.
No se lo que sentirá un pirómano,
porque sus acciones se asocian...
a la destrucción y al horror, nada que ver,
pero el agua apaga el fuego,
y aquí me recreo con el sonido
de las gotas al caer, refrescantes,
...hermosas siempre.
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