No hay que salpicar los hechos de emociones,
no hay por qué rociar de superlativos...
las visiones que nos llevan a los totalitarismos.
No hay que fingir siempre...
que las lágrimas son músicas del corazón.
No hay que pensar que todo el mundo piensa...
al menos como tú y los tuyos.
Los otros, los que piensan, quizá te piensan,
pero no hay que soñar mucho más allá...
de la realidad que puedas abarcar,
y observar, expectante, los sueños,
que nunca dejarán de serlo...
y... a lo mejor te aterriza alguno y te realiza.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada