La paz se desliza entre rocíos de dulzura,
son lágrimas de alegría del sol amigo,
que llueven motivos, vías de vida muy feliz...
La calma de la mar, la barca se mece fácil,
suave vaivén que adormece la dicha plena,
estado donde se ancla, como un fin en progresión,
de un insaciable más de lo mismo...
En mis silencios de mar y montaña,
me bailan los peces al son de las olas,
y las torcaces pueblan los árboles,
gozando de la proximidad de los paseos.
Me invade un sosiego...
más allá del tiempo y los espacios,
y me surge una necesidad de devolver, con creces,
tanta dicha, pacífica, estable, sentida…
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