Se le acabó el tiempo al tiempo y el incógnito se le aprecia raudo,
en sujeto activo, protagonista de su propia oración transitiva.
Uno va escribiendo su historia con hechos y muestras tangibles…
Con el pino plantado, en la puerta plantaré romero,
que siempre florece después del tiempo,
y pondré orden con concierto y medida para todas las cosas,
y me instalaré en los suelos racionales, dejando de lado los sueños de andamio,
para subir, a veces, en aquellos con nube y con luna llena…
y si no te llena, tendrás tu suelo, tu árbol y tu historia…
Reina la paz en la aldea, cada cosa en la casa, un placer…
los tomates crecen y los animales han tomado posesión y confort.
Feliz aquel que allá por donde pasa no oscurece la virtud…
feliz el hombre libre y coherente, se le acaba el tiempo al mal tiempo.
La calma es madre del temporal y en el temporal…
explotan las pasiones y aterrizan los cuerdos y la paz.
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