Las cigüeñas de Calatayud, que acampan libres por cada cima libre, el Parque Natural del Monasterio, que llaman de Piedra, por donde las aguas fluyen bellas por doquier… y uno pasea entre sueños, los pies cargados de escaleras, pero exhausto de vida y belleza…
De Madrid me quedo con el Museo del Prado… allí está el mundo, con todo, con los diferentes conceptos del arte. A Madrid sólo le falta el mar, y entonces sí, o sea después, ya pueden subir al cielo.
El Acueducto de Segovia, custodiado por un buen maestro asador, y la incomparable Ávila de la Santa, ciudad preciosamente amurallada… Una delicia de ciudades turísticas, acogedoras, realmente entrañables.
Salamanca de Plaza Mayor y toros… Cuarenta mil universitarios forjan sus vidas de esperanza. Bella Catedral, ciudad de bullicio y de calma, nido de saberes.
Valladolid, donde sólo entramos a homenajear a Santa Asunción en honor a mi, también, santa madre.
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