He corrido los campos de soledad, donde los senderos añoran los pasos,
concurrencias de otros tiempos, pasos buscando camino…
Cómo me gustó esto cuando, en una primera lectura, me elevó.
He rebuscado los lugares de pensar, el chopo aislado y frondoso,
un sitio entre cañas espesas tocando río y buzón de angulas.
Me abracé a la reflexión pacífica, mirando el mar,
vacío de gente bronceada… que en mi pueblo aún es posible.
Hable con las luces de las sombras y me cobijé entre los nadies,
por cómodas y buhardillas con paja.
Me comí los miedos expuestos y anduve, sin ritmo y con pausa,
por los oscuros, con la luna de alivio.
Recargué las energías y el tempo y me fui con la razón y el orgullo,
y siempre vuelvo, o lo pretendo, escaso de soluciones
pero ufano por haberlo intentado, con ganas.
La vida, sombra o ficción, un frenesí, un sueño, una realidad…
La única indiscutible… es la muerte.
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