Horizontes cada vez más próximos, empinados como cumbres borrascosas…
Cielos y tierras y aguas azules por donde se deslizan,
suaves y bellos, los seres humanos del agua… los delfines.
Delicias de sueño donde se atisba aquel más allá propicio, posible,
donde perderse por lo espeso natural es, simplemente, un encontrarse.
Si vencemos, si nos dejan, si nos vemos… nos copamos de sabores y saberes,
invencibles, invisibles a la malicia, somos ejemplo de los buenos destinos.
Pájaros en vuelo, peces en el agua, jardines con rosas... y nosotros.
Albricias por los alivios razonables de los conjuntos coordinados.
Por las noches del alma, a veces oscuras,
llueven estrellas de transporte que te llevan por las armonías…
son luceros del alba que te elevan más allá de los destinos y los sueños.
Atravesar los castillos derrumbados, las frases hechas,
las propuestas trampa, los desprecios con fondo y malicia…
Siempre fui amante de los vuelos que traspasan los horizontes más lejanos,
allá donde nadan los delfines, donde vuelan los pájaros y las rosas tienen jardín,
allá donde habita la libertad que nos hace ser…
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