Lluvia fina, día gris, humedad, nadie… nadie en el patio de la escuela, ni en la plaza, ni en el paseo, ni en el parque infantil. Mi paraguas de Bilbao y yo debemos parecer una solitaria seta andante, incluso un caracol, lo digo por la altura y sobretodo por la velocidad. Pero uno, pese a las inclemencias del tiempo, ha hecho sus 6 km de cada día, casi sin pestañear. La tarde es de invierno, parda pero no fría, húmeda…
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