Ya no llueven lluvias que rieguen los campos, tan sedientos ellos, que lluevan al menos cantos de vida y esperanza, que haya anuncios, predicciones positivas, cambios en las tendencias hacia los malos procederes, a los que tanto nos estamos acostumbrando que ya nos parecen absolutamente normales. Ya que no llueven lluvias de agua, aquella que purifica y que es vida, que lluevan principios activos de decencia que vayan apagando los disimulos y las falsedades, tan bien camuflados como un tesoro infranqueable en poder de los de siempre. Ya sé que es mucho pedir, pero serían buenos baños de luz…
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