Fanfarrón, creído, engreído, presumido, arrogante y, si me apuran, hasta farsante. No cabía ni en un museo del terror, era un veleta, una especie de abejorro con brillantinas, picando con frialdad a todo lo más destartalado que encontraba y a quien se le ponía a tiro. Coleccionaba entes inmaduros y cervezas, y se creía el rey del mambo, cuando sólo era un pobre hombre, juguete de las malas musas y de las sirenas muy malvadas, juguete roto…
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