Y cuando acabe el verano iré a ver el mar,
y lo encontraré cansado de tanto turista
y de soportar las inoportunas tormentas
... propias de esos tiempos.
Le hablaré de la montaña,
de los pinos con ardillas,
le contaré de los romeros y tomillos,
de los gorriones y jilgueros.
Le diré que no le he olvidado...
y, en los próximos fríos,
tendremos nuestra charla habitual,
y nos contaremos vivencias,
tú más que yo, por el acoso que sufres.
Ahora se te avecina un tiempo de relax,
para una contemplación más específica,
un paseante meditabundo,
una niña con lágrima,
unos ya otoñales mojándose los pies
y algún joven que reposa sus excesos nocturnos.
Nos vemos amigo...
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