Chirrían las grietas de los despilfarros de juventud, juventud a la que te enganchas y perpetúas... y le sacas todo el jugo. Un lagarto de la noche, un depredador de discoteca, aparenta veinte y pocos, y tiene treinta y muchos, y el lagarto depredador acude a la luz de los neones y se come a las tiernas y muy hermosas mariposas, deslumbradas por las artes de los profesionales del fraude. Quizá sea éste un pensamiento de mis tiempos de mozo, ahora supongo que hay lagartos y lagartos, y también gente muy normal, muy sana y encantadora…
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