Desquiciado, con las neuronas malheridas,
maltrecho, hecho un espasmo sin soplo,
disminuido, un lamento plañidero...
surgido de un quejido profundo y constante.
Así lo encontré, cejijunto y cabizbajo,
como dijo el poeta, sin habla ni luz ni mirada,
en el rincón de las ausencias absolutas,
en los vacíos más específicos de la nada,
en el blanco muerte que se tragó todos los colores.
Se acabó el verano, se acabó el amor...
y sin amor... te falta el aire, y sin aire... mueres.
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