Llueve, bendita lluvia, bendita agua, bendita vida, y alguna vez llueven peces, ranas, aguas marrones de barros, llueven estrellas fugaces… Recuerdo el maná, bueno me lo contaron, y siempre me pregunto que, a fuerza de ser generoso, por qué no llueven aguas antimalicia, aguas termales que atemperan los odios y los conviertan en compresión sincera, sin coste ni pago previo… estaría bien.
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