Detrás de una pelota siempre hay un niño, decía uno de los anuncios que se oían en mis tiempos de joven. Recuerdo que, cuando conducía, siempre me paraba cuando veía cruzar una pelota por la calle, a veces hasta me paraba en seco, bruscamente, con el peligro de que me dieran por detrás. Una familiar de parte de mi madre, perdió a un niño que fue a por su pelota, sin mirar a nadie, y lo atropelló un coche, un atropello mortal. A mis alumnos les decía que, incluso con el semáforo en verde, siempre hay que mirar a ambos lados antes de cruzar la calle, era una buena lección…
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