Escribo en la terraza del hotel, levanto la cabeza y veo llegar las olas mansamente a la playa, en algún momento me da la impresión de que podría sacarme las zapatillas y zambullir los pies en el agua. A mi me encanta andar descalzo, dejando que las olas me vayan cubriendo los pies, en sus idas y venidas constantes. Las luces de un coche de policía deshacen la armonía, pero no pasa nada, sólo vigilan nuestra seguridad…
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