La impaciencia, la mala espera, aquel amanecer que pretendía siempre acelerado y que nunca llegaba con la puntualidad deseada. A los diecisiete años, el tiempo es el ya, el ahora mismo, porque el corazón parece infalible, indomable, osado, decidido… Además está claro, o tú o nadie, aquella medio sonrisa mediadora es mi camino irrenunciable y voy raudo y veloz, venciendo todos los obstáculos, por el camino indicado…
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