Es un perrito blanco de pocos meses, precioso, juguetón, feliz, bien alimentado, limpio, aún muerde con dientes de leche pero se engancha a los pantalones como una garrapata. El dueño, un chaval joven, lo trae al bar, donde todo el mundo lo conoce e intenta darle alguna cosa, pero él prefiere algo que debe ser muy delicioso y que sólo le da la señora del bar. Después de compartir fiesta con todos, se sienta tranquilamente debajo de la mesa mientras el chico se toma el desayuno feliz y contento con él.
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