Empecé a escribir pensando en ella, procuraba estar en su madrugada, me impregnaba de su esencia, bebía de su proximidad y, en su ausencia, cerraba los ojos… Antes, me había procurado mi eterno cuaderno y mi amado Pilot y, al abrir los ojos, mi mano se posaba lenta sobre el papel, mi alma se emocionaba ante la descripción minuciosa de todo tu ser. Era un contacto más allá de lo físico, era un calor de colores sublimes, eran suspiros portadores de afirmaciones proclamando afinidad. Soñar, imaginar, escribir, amar...
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