Pisabas bonito, armonioso y, de alguna manera, firme.
Salías como de la sombra, igual que el sol, y yo,
aunque hacía un siempre que te esperaba,
me hacía el sorprendido y el admirado.
Qué decir de tu saludo con sonrisa incorporada,
qué comentar o bendecir de tus ojos…
que son realmente beatíficos y misericordiosos,
por lo que endulzan y edifican en mi alma.
Pisabas bonito, armonioso, también firme...
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