Sus labios, portadores de sonrisa perpetua,
acentúan el hoyuelo en mejilla,
tienen el color de las cerezas… y la dulzura, claro,
conviven en delicia el aspecto del sueño de un beso,
de aquellos que te llega al alma.
Dulzura que transmiten a los ojos,
ojos que hablan y abrazan,
ojos que se suben la sonrisa de los labios
y le ponen la luz adecuada a la música
con la que el corazón ya está interpretando
todos los ciertos de un alma muy enamorada...
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