Los que llevan el bar donde desayunamos son alemanes... ella, una joven señora, muy maja, habla catalán y castellano perfectamente, él también hace sus pinitos en ambos idiomas y parecen haberse acoplado muy bien en nuestro ambiente. Yo soy de los que piensa que hay de todo en todas partes, pero los alemanes, como los catalanes, tenemos fama de ser un poco secos, como si fuéramos difíciles de socializar y la verdad es que, en este caso, somos un manantial de simpatías muy plácidas…
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