Estoy en la sala de espera de una peluquería, un precioso perrito blanco da un salto y se acurruca a mi lado, pone su cabeza en mi rodilla y yo le acarició la cabeza, parece feliz, como si nos conociéramos de toda la vida... cuando paro de tocarle la cabeza, acerca su hocico a mi mano como una señal inequívoca de que quiere que continúe acariciándolo… maravilla de perrito, se hace querer, además es precioso, simpático, de pelo suave y una carita de perdón que te lo llevarías a casa sin problemas. Me recuerda mucho a la Luna, la perrita de mi buena y muy querida amiga Lidia…
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